Uno de mis discos favoritos, tanto conceptualmente, como por sus creaciones es “Pequeño Mundo”. El disco fue editado 2006 y corresponde a uno de muchos albumes, de unos coterráneos míos. Con recurrencia bastantes quienes tienen un sesgo político demasiado alto, a veces no ven la profundidad y el talento que poseen. Me refiero al grupo Inti-Illimani. Me tome la libertad de copiar una de sus canciones titulada simplemente “Noviembre”.

Al tiempo me pareció ver una imagen, y me pareció ver una historia, y luego me pareció ver unas vidas.

¿Y si Noviembre se desvanece y ya no vuelve a ser noviembre? ¿Cómo un trozo de tiempo no vuelve a ser lo que fue? Noviembre siempre vuelve, cíclicamente cada año, marcado por su estación. ¿Cómo Noviembre deja de ser Noviembre?

A veces olvidamos que también somos un trozo de tiempo. Es sólo que a ese tiempo lo adornamos con ropajes de carne, tierra, y a veces gente. Olvidamos por qué tenemos que eternizar el tiempo. Los ciclos, los años, los apegos, las rutinas, los afectos, las pasiones…todo está compuesto para eternizar nuestro tiempo. La eternidad va bien con el hombre cuando se puede predecir y dominar, para eso el experto es el recuerdo. Pero en sí mismo lo eterno es salvaje, bárbaro, y suele no ser de fácil prelectura.

Los secretos de nuestro tiempo sólo lo saben los recuerdos. Los guarda celosamente. Los comparte con justa medida para que no nos sintamos frágiles, efímeros, pero a la vez también nos recuerda que no somos eternos. Un poco de este conflicto habla el film. También somos un trozo de tiempo, y no siempre noviembre será noviembre.

No creo que hable mucho de las virtudes técnicas ni actuaciones, guión ,etc ya que la película se comporta como algo muy orgánico, donde la razón de su éxito es el equilibrio que se logra entre los elementos que componen el film. Si debo destacar algo ante todo, es su guión. Tanto la idea como su ejecución -especificamente su montaje- son brillantes y méritos de sobra para John H.Lee, su director.

Cualquier relato de este tipo podría caer perfectamente en el melodrama, el romance fácil y lágrima efectista, lo que está lejos de ser lo que ocurre en este caso. Es cierto que las actuaciones de Jun Woo-sung y la bella Son Ye-jin dan la fuerza necesaria para conceder credibilidad y potencia al relato, pero sin su argumento y tratamiento cinematográfico la historia no sería lo que es.

Sobre la trama no puedo hablar mucho, al menos no hasta el nudo de la película porque es algo que se debe ver personalmente y no escuchar de otras personas. Lo que puedo decir es que trata de la típica historia de romance –pero a la vez no lo es- donde la típica chica luego de una forzosa ruptura sentimental por tratarse de un hombre casado conoce típico joven algo rebelde, inconformista y despreocupado que en este caso trabaja como albañil en uno de las construcciones del padre de la joven, donde se vive la típica historia de romance entre ellos. Podría decirse, “todo típico” pero la verdad es que no lo es.

La profundidad cautivadora en el tratamiento del tema del romance y el drama creo que es fuera de serie. Dentro de las películas del género seguramente pelea los primeros puestos y es el ejemplo vívido de cómo algo bien pensado logra los frutos que se propone.

Hace días trataba de pensar que hace que una película se constituya como hermosa. Luego llegué a la conclusión que seguramente lo son las que reflejan un poco el corazón del hombre, o al menos, lo que los optimistas quieren creer que contiene el corazón del hombre.

Cuando hace tiempo hablé del riesgo de amar -en referencia al film Sam dung (1999) de Sylvia Chang- el espectro fantasmal que eriza este tipo de anhelos es precisamente lo que con verdad, realismo y sensibilidad se desarrolla en esta película.

Así, el film también nos recuerda que somos tiempo, más que un soplo de arena, un par de huesos o una razón. Los ciclos son un invento, los días no pasan sino que mueren, el mundo no gira, sólo viaja; el mar no canta, ruge; el sol también quema, la dicha también es llanto, el cielo también llora y los árboles no siempre querrán danzar con el viento... y el amor… ¿acaso quedará el amor? Seguramente lo descubriremos -como dice la canción- cuando Noviembre deje de ser Noviembre.