Japón, (2007), "Megane"
"La viveza de la ensoñación"
Seguimos con el ciclo BAFF 2009 y ésta no podía quedar fuera, No sólo por su calidad sino porque ya ha cosechado elogios en los diversos festivales en los cuáles se ha presentado. Justamente con "Megane" esta vez abrirá el BAFF, precisamente hoy, 30 de abril del 2009.
La había visto hace tiempo pero no la había comentado por asunto de tiempo, la verdad es que merece que abra este Festival. De entrada digo que la película me ha gustado, ya que la directora Naoko Ogigami, misma que dirigió Yoshino's Barber Shop(2004) y Kamome Diner(2006), entre otras -ambas muy recomendadas-, me parece una directora con gran talento dentro de oriente en general.
“Megane”, que significa “gafas”, es toda un pieza de entretenida contemplación. Sí; se que parece contradictorio pero la verdad es que me he divertido mucho viéndola, no sólo por esa cuota de humor tanto excéntrica como elegante, sino que también por la narración -a mi juicio muy acertada-, que brindó el carácter de ensueño a cada secuencia que advertimos al verla.
El film se basa mucho en un relato coral, donde el título de protagonista de Satomi Kobayashi interpretando a la flemática profesora “Taeko” es virtualmente nominativo. Cada personaje aporta desde una perspectiva en particular la manera en que nos acercamos al plano más reflexivo de la película, el que tiene mucho que ver con nuestros propósitos y tiempos invertidos en nuestras vidas. La figura no deja de ser contemplativa, pero no es una figura como la que se pudiera ver en, por ejemplo, Kim ki-duk donde siempre suelen existir cargas morales, esta vez es algo atractivamente neutro que sólo dispone de un reflexionar, hecho que por definición es positivo.
Existe un bello juego entre este aspecto y el cómo Naoko Ogigami, su directora, ha titulado el film. Si bien las “gafas” pueden ser elementos artificiales, a la vez son la prolongación del sentido de la vista que muchos han atrofiado. La propuesta se plantea como la predisposición a ver las cosas en profundidad, tal como lo haríamos con unas buenas gafas al darnos cuenta de que en realidad no observamos bien las cosas. Sin estas “gafas” necesarias, no valoramos cosas que seguramente en el vertiginoso mundo actual no podríamos ver. En definitiva, este elemento óptico aparece cuando nos tomamos el tiempo para observar, para recordar y reunirnos con nosotros mismos en una bella melancolía que siempre deja cosas positivas porque nos hace encontrarnos a nosotros mismos.
El despliegue en esta materia es abundante. Va desde quedarse mirando el mar por las tardes, hasta mirar los atardeceres escuchando instrumentos de cuerdas o sólo realizando alguna actividad parsimoniosamente inútil bajo la brisa de la playa. El mundo parece detenerse y el tiempo es eterno. Bajo esta perspectiva no es casualidad que todos los personajes que componen la narración –salvo el perro, obviamente- usen lentes ópticos.
Es que en “Hamana”, la residencial en donde trascurren las acciones, todos sus habitantes poseen el sentido de la contemplación muy desarrollado, situación que no expondré por tratarse de las líneas que construyen la narración pero tiene que ver mucho con todo el entorno y actividades que en este lugar se realizan. La situación es inteligentemente contrastada en las secuencias que recrean el ambiente de la más próxima hospedería llamada “Marine Palace”, donde en ella se vive tal cual como todos pudiéramos vivir en condición laboral y no gozar de un estado de “relajo” propuesto por su contraparte, situación que no por ello demuestra una pereza mental.
Entre tantas palabras es bueno continuar con una pequeña sinopsis para quien se encuentra algo perdido sobre el tema. Aparentemente todo parte con Taeko, es una profesional que proviene desde el mundo urbano, mecanizada y con un sistema estructurado desde la lógica de “vivir en la ciudad”, por lo que muchos podremos identificarnos con ella. Su forma de preguntar, inquietudes y maneras de enfrentar a personas desconocidas son características innegables que identifican a una persona “de ciudad”, preocupada del inmediatismo y el esquivar la pérdida de tiempo a toda costa. Así, el relato da cuenta del cómo llega a un pequeño hotel junto al mar llamado “Hamada” para pasar unas vacaciones. En este período convive con Yuji, quien lleva dicho hotel, el que es frecuentado también por Haruna y Sakura, ambos habitantes de este espacio narrativo que tiene como telón de fondo el “Hamada”. El lugar irradia una tranquilidad y parsimonia casi de ensueño. Allí no funcionan los celulares, hay mucho tiempo para pensar, y las distracciones o atracciones turísticas se limitan a contemplar el mar o practicar una especie de yoga-gimnasia matutina en la playa denominada “merci”. Así transcurre el tiempo en el hotel, tardes de escuchar música interpretada por los propios inquilinos, comida apetitosa -de esas que pudiera hacer cualquier abuela en cualquier parte del mundo- o sentarse por las tardes a comer helado japonés o Kakigōri bajo el arrullo melódico de las olas rompiendo en la playa por las tardes. Claro está que ante tales condiciones es fácilmente posible conectarse con partes de nuestro mundo interior, sentirse vivos y llenos de experiencias que nos hacen ser tal como somos, ecuación muy acertada y bien lograda en la película. La reflexión es una parte importante dentro de las cláusulas de “estar de inquilino en el hotel”, y claramente Taeko podrá aprovechar esta experiencia así como los otros habitantes de este ficticio mundo costero que Naoko Ogigami ha creado generosamente para todos nosotros.
Volviendo un poco a la cita que he escogido -y a la vez no saliéndome del tema en general de la película-, David Lynch, afamado director, guionista y productor norteamericano, sugiere que la labor del artista es la viene de la mano con las emociones que nos otorgan la felicidad. Creo que el mundo plasmado en “Megane” está muy cerca del entendimiento de esos sentimientos. En la residencial “Hamada” es posible contactarse con las fuentes de inspiración hacia nuestra propia felicidad, situación que el mismo Lynch prosigue aseverando "lo divertido que puede resultar crear esos mundos y tener una experiencia de ellos”.
De alguna manera cito a Lynch porque es uno de los pocos directores que se atreve a experimentar de forma honesta e incluso asumiendo riesgos, lo cual si bien no lo hace mejor que otros, le da un sello que lo caracteriza. Por ello es que lo considero adecuado para opinar sobre temáticas en donde es posible combinar recursos narrativos clásicos y experimentales, no siempre, como lo diría el mismo Lynch, la ecuación en su cine resulta de una mezcla de recursos, sino más bien en el acento en “las ideas”. Fuera de toda abstracción, las ideas son las que prevalecen y dan vida a su cine. En ese aspecto “Megane” aborda y se aproxima hacia la misma fórmula. En ella las ideas subyacen entre lo que pudiera significar mera o pura contemplación, siendo el film mucho más que eso.
Aprovecho la oportunidad para plantear un aspecto importante en el cine, y en las artes en general, y corresponde justamente a esta idea de “lo experimental”. Mi interés por tratarlo es que se suele limitar este concepto a sólo una cadena de ejes o temas, siendo muchos de ellos nutridos por el surrealismo, el arte abstracto entre otras corrientes. Sin embargo, el experimentar no sólo tiene que ver con un cuadro que nace desde perspectivas argumentales, no siempre “lo raro”, la “excentricidad”, y en muchos casos, “lo extravagante” tiene exclusivamente que ver con “lo experimental”. Este es un estereotipo creado simultáneamente por la industria cinematográfica –me refiero a Hollywood- y también en parte por la pereza de quienes vemos cine. En el afán reductivo, catalogamos arbitraria e incluso irresponsablemente las películas de acuerdo a su género con tal absolutismo que en definitiva no permitimos que esa obra se “oxigene” en nuestra percepción para dar muchas veces con puntos rupturistas o nuevas propuestas en la forma de hacer cine.
En ello también se responsabilizan los realizadores, quienes por su parte se van conformando muchas veces por incluir una fórmula conocida en la creación de películas, pero también tenemos responsabilidad por “observar” el cine fuera de la dimensión de sólo entretenimiento y velar por esta actividad en ese aspecto. Para acotar un poco la reflexión es el mismo Lynch el que da cuenta de su responsabilidad y agradecimiento hacia el mundo onírico, surco más fértil en la siembra y cultivo de lo experimental en su cine. Este fruto, aparentemente sin relación con el film comentado, curiosamente es justo lo que alimenta a Naoko Ogigami en su “Megane”.
La narración bebe mucho de la fuente de lo que podría constituir un sueño y es precisamente éste uno de los aspectos que la destacan. En “Megane” al igual que en los sueños, paulatinamente nuestra razón deja de cuestionar lo que acontece, no porque lo que ocurra carezca de lógica, sino porque pronto las preguntas propias de nuestra mente comienzan a acallarse, brindándonos la aceptación de esa extraña lógica que hace que sus personajes estén en un momento atemporal, bajo condiciones físicamente extrañas y hablando sobre temas tan profundos que bien podrían interpretarse bajo muchos ópticas.
Ese cuento y atmósfera están muy bien recreados, no sólo por el buen ojo de la directora que revela al poner con mucha inteligencia la cámara, sino también por el gobierno de los planos y fotografía en beneficio de la narrativa. El lugar es simplemente fuera de este mundo. No creo que nadie quien haya visto la película no desee pasar unas tranquilas vacaciones en esa isla –que en la realidad se trata de Yoron una isla de Okinawa-, pero este interés es profundamente motivado por la virtud fotográfica -y sobre todo el servicio que se le dio a la buena realización del relato-, el que finalmente se salió de la mera “contemplación” e indagó más en el propio hombre.
Pese a sus méritos técnicos y de realización hay un aspecto que me causa curiosidad y me revela una extraña suposición que advierte un compromiso mayor de la directora en el film. Me parece que mucho de lo narrado se nutre de sus experiencias de su Chiva natal, ciudad costera al extremo oriental de Japón, que se presenta como una fuente inspiración que empapa de una cándida infancia y envuelve a quien contempla el film desde esa perspectiva, melancólica, sentida y llena de impresiones emocionales. Ese toque al cual recurre en la narración de un ambiente relajado, con presencia transversal de generaciones y franqueza en la simplicidad como pilar hacia la profundidad del relato, es el que en definitivamente me ha maravillado de la película.
Es cierto que pudiera tener similitud en varios aspectos a otras películas, toques de Kore-eda, pizcas de Kim ki-duk o algo de Kitano -en sus buenos tiempos- entre otros directores, quizá puedan ser rastros evidentes para mentes despiertas e inquietas en materia de cine asiático, pero la verdad es que “Megane” no cuadra bien para tales mentes. La magia de la propuesta es dejarse llevar hacia ese hospedaje y convivir como uno más de sus inquilinos, méritos plenos para esta realización en exclusividad de otros directores. En definitiva, la película brilla con luces propias y sobre todo aporta color a la escena cinematográfica nipona, tanto desde su narración, como tratamiento y calidad técnica.
"La viveza de la ensoñación"
"Periodista: ¿Cómo definiría a un artista?
David Lynch: Como alguien que crea experiencias, para él y para otros. Es como un espectro. Hacer algo nuevo es como dar vida. Todo comienza con una idea, que son como burbujas que se crean y van subiendo. Así puedes atraparlas en un nivel superior, más profundo, con más información: más verdad. Se hace consciente lo inconsciente. En definitivca se trata de ser feliz. Mucha gente hace cosas, pero no para ser feliz sino por la recompensa posterior. Pero las ideas fluyen mejor cuando uno está feliz..."
Seguimos con el ciclo BAFF 2009 y ésta no podía quedar fuera, No sólo por su calidad sino porque ya ha cosechado elogios en los diversos festivales en los cuáles se ha presentado. Justamente con "Megane" esta vez abrirá el BAFF, precisamente hoy, 30 de abril del 2009.
La había visto hace tiempo pero no la había comentado por asunto de tiempo, la verdad es que merece que abra este Festival. De entrada digo que la película me ha gustado, ya que la directora Naoko Ogigami, misma que dirigió Yoshino's Barber Shop(2004) y Kamome Diner(2006), entre otras -ambas muy recomendadas-, me parece una directora con gran talento dentro de oriente en general.
“Megane”, que significa “gafas”, es toda un pieza de entretenida contemplación. Sí; se que parece contradictorio pero la verdad es que me he divertido mucho viéndola, no sólo por esa cuota de humor tanto excéntrica como elegante, sino que también por la narración -a mi juicio muy acertada-, que brindó el carácter de ensueño a cada secuencia que advertimos al verla.
El film se basa mucho en un relato coral, donde el título de protagonista de Satomi Kobayashi interpretando a la flemática profesora “Taeko” es virtualmente nominativo. Cada personaje aporta desde una perspectiva en particular la manera en que nos acercamos al plano más reflexivo de la película, el que tiene mucho que ver con nuestros propósitos y tiempos invertidos en nuestras vidas. La figura no deja de ser contemplativa, pero no es una figura como la que se pudiera ver en, por ejemplo, Kim ki-duk donde siempre suelen existir cargas morales, esta vez es algo atractivamente neutro que sólo dispone de un reflexionar, hecho que por definición es positivo.
Existe un bello juego entre este aspecto y el cómo Naoko Ogigami, su directora, ha titulado el film. Si bien las “gafas” pueden ser elementos artificiales, a la vez son la prolongación del sentido de la vista que muchos han atrofiado. La propuesta se plantea como la predisposición a ver las cosas en profundidad, tal como lo haríamos con unas buenas gafas al darnos cuenta de que en realidad no observamos bien las cosas. Sin estas “gafas” necesarias, no valoramos cosas que seguramente en el vertiginoso mundo actual no podríamos ver. En definitiva, este elemento óptico aparece cuando nos tomamos el tiempo para observar, para recordar y reunirnos con nosotros mismos en una bella melancolía que siempre deja cosas positivas porque nos hace encontrarnos a nosotros mismos.
El despliegue en esta materia es abundante. Va desde quedarse mirando el mar por las tardes, hasta mirar los atardeceres escuchando instrumentos de cuerdas o sólo realizando alguna actividad parsimoniosamente inútil bajo la brisa de la playa. El mundo parece detenerse y el tiempo es eterno. Bajo esta perspectiva no es casualidad que todos los personajes que componen la narración –salvo el perro, obviamente- usen lentes ópticos.
Es que en “Hamana”, la residencial en donde trascurren las acciones, todos sus habitantes poseen el sentido de la contemplación muy desarrollado, situación que no expondré por tratarse de las líneas que construyen la narración pero tiene que ver mucho con todo el entorno y actividades que en este lugar se realizan. La situación es inteligentemente contrastada en las secuencias que recrean el ambiente de la más próxima hospedería llamada “Marine Palace”, donde en ella se vive tal cual como todos pudiéramos vivir en condición laboral y no gozar de un estado de “relajo” propuesto por su contraparte, situación que no por ello demuestra una pereza mental.
Entre tantas palabras es bueno continuar con una pequeña sinopsis para quien se encuentra algo perdido sobre el tema. Aparentemente todo parte con Taeko, es una profesional que proviene desde el mundo urbano, mecanizada y con un sistema estructurado desde la lógica de “vivir en la ciudad”, por lo que muchos podremos identificarnos con ella. Su forma de preguntar, inquietudes y maneras de enfrentar a personas desconocidas son características innegables que identifican a una persona “de ciudad”, preocupada del inmediatismo y el esquivar la pérdida de tiempo a toda costa. Así, el relato da cuenta del cómo llega a un pequeño hotel junto al mar llamado “Hamada” para pasar unas vacaciones. En este período convive con Yuji, quien lleva dicho hotel, el que es frecuentado también por Haruna y Sakura, ambos habitantes de este espacio narrativo que tiene como telón de fondo el “Hamada”. El lugar irradia una tranquilidad y parsimonia casi de ensueño. Allí no funcionan los celulares, hay mucho tiempo para pensar, y las distracciones o atracciones turísticas se limitan a contemplar el mar o practicar una especie de yoga-gimnasia matutina en la playa denominada “merci”. Así transcurre el tiempo en el hotel, tardes de escuchar música interpretada por los propios inquilinos, comida apetitosa -de esas que pudiera hacer cualquier abuela en cualquier parte del mundo- o sentarse por las tardes a comer helado japonés o Kakigōri bajo el arrullo melódico de las olas rompiendo en la playa por las tardes. Claro está que ante tales condiciones es fácilmente posible conectarse con partes de nuestro mundo interior, sentirse vivos y llenos de experiencias que nos hacen ser tal como somos, ecuación muy acertada y bien lograda en la película. La reflexión es una parte importante dentro de las cláusulas de “estar de inquilino en el hotel”, y claramente Taeko podrá aprovechar esta experiencia así como los otros habitantes de este ficticio mundo costero que Naoko Ogigami ha creado generosamente para todos nosotros.
Volviendo un poco a la cita que he escogido -y a la vez no saliéndome del tema en general de la película-, David Lynch, afamado director, guionista y productor norteamericano, sugiere que la labor del artista es la viene de la mano con las emociones que nos otorgan la felicidad. Creo que el mundo plasmado en “Megane” está muy cerca del entendimiento de esos sentimientos. En la residencial “Hamada” es posible contactarse con las fuentes de inspiración hacia nuestra propia felicidad, situación que el mismo Lynch prosigue aseverando "lo divertido que puede resultar crear esos mundos y tener una experiencia de ellos”.
De alguna manera cito a Lynch porque es uno de los pocos directores que se atreve a experimentar de forma honesta e incluso asumiendo riesgos, lo cual si bien no lo hace mejor que otros, le da un sello que lo caracteriza. Por ello es que lo considero adecuado para opinar sobre temáticas en donde es posible combinar recursos narrativos clásicos y experimentales, no siempre, como lo diría el mismo Lynch, la ecuación en su cine resulta de una mezcla de recursos, sino más bien en el acento en “las ideas”. Fuera de toda abstracción, las ideas son las que prevalecen y dan vida a su cine. En ese aspecto “Megane” aborda y se aproxima hacia la misma fórmula. En ella las ideas subyacen entre lo que pudiera significar mera o pura contemplación, siendo el film mucho más que eso.
Aprovecho la oportunidad para plantear un aspecto importante en el cine, y en las artes en general, y corresponde justamente a esta idea de “lo experimental”. Mi interés por tratarlo es que se suele limitar este concepto a sólo una cadena de ejes o temas, siendo muchos de ellos nutridos por el surrealismo, el arte abstracto entre otras corrientes. Sin embargo, el experimentar no sólo tiene que ver con un cuadro que nace desde perspectivas argumentales, no siempre “lo raro”, la “excentricidad”, y en muchos casos, “lo extravagante” tiene exclusivamente que ver con “lo experimental”. Este es un estereotipo creado simultáneamente por la industria cinematográfica –me refiero a Hollywood- y también en parte por la pereza de quienes vemos cine. En el afán reductivo, catalogamos arbitraria e incluso irresponsablemente las películas de acuerdo a su género con tal absolutismo que en definitiva no permitimos que esa obra se “oxigene” en nuestra percepción para dar muchas veces con puntos rupturistas o nuevas propuestas en la forma de hacer cine.
En ello también se responsabilizan los realizadores, quienes por su parte se van conformando muchas veces por incluir una fórmula conocida en la creación de películas, pero también tenemos responsabilidad por “observar” el cine fuera de la dimensión de sólo entretenimiento y velar por esta actividad en ese aspecto. Para acotar un poco la reflexión es el mismo Lynch el que da cuenta de su responsabilidad y agradecimiento hacia el mundo onírico, surco más fértil en la siembra y cultivo de lo experimental en su cine. Este fruto, aparentemente sin relación con el film comentado, curiosamente es justo lo que alimenta a Naoko Ogigami en su “Megane”.
La narración bebe mucho de la fuente de lo que podría constituir un sueño y es precisamente éste uno de los aspectos que la destacan. En “Megane” al igual que en los sueños, paulatinamente nuestra razón deja de cuestionar lo que acontece, no porque lo que ocurra carezca de lógica, sino porque pronto las preguntas propias de nuestra mente comienzan a acallarse, brindándonos la aceptación de esa extraña lógica que hace que sus personajes estén en un momento atemporal, bajo condiciones físicamente extrañas y hablando sobre temas tan profundos que bien podrían interpretarse bajo muchos ópticas.
Ese cuento y atmósfera están muy bien recreados, no sólo por el buen ojo de la directora que revela al poner con mucha inteligencia la cámara, sino también por el gobierno de los planos y fotografía en beneficio de la narrativa. El lugar es simplemente fuera de este mundo. No creo que nadie quien haya visto la película no desee pasar unas tranquilas vacaciones en esa isla –que en la realidad se trata de Yoron una isla de Okinawa-, pero este interés es profundamente motivado por la virtud fotográfica -y sobre todo el servicio que se le dio a la buena realización del relato-, el que finalmente se salió de la mera “contemplación” e indagó más en el propio hombre.
Pese a sus méritos técnicos y de realización hay un aspecto que me causa curiosidad y me revela una extraña suposición que advierte un compromiso mayor de la directora en el film. Me parece que mucho de lo narrado se nutre de sus experiencias de su Chiva natal, ciudad costera al extremo oriental de Japón, que se presenta como una fuente inspiración que empapa de una cándida infancia y envuelve a quien contempla el film desde esa perspectiva, melancólica, sentida y llena de impresiones emocionales. Ese toque al cual recurre en la narración de un ambiente relajado, con presencia transversal de generaciones y franqueza en la simplicidad como pilar hacia la profundidad del relato, es el que en definitivamente me ha maravillado de la película.
Es cierto que pudiera tener similitud en varios aspectos a otras películas, toques de Kore-eda, pizcas de Kim ki-duk o algo de Kitano -en sus buenos tiempos- entre otros directores, quizá puedan ser rastros evidentes para mentes despiertas e inquietas en materia de cine asiático, pero la verdad es que “Megane” no cuadra bien para tales mentes. La magia de la propuesta es dejarse llevar hacia ese hospedaje y convivir como uno más de sus inquilinos, méritos plenos para esta realización en exclusividad de otros directores. En definitiva, la película brilla con luces propias y sobre todo aporta color a la escena cinematográfica nipona, tanto desde su narración, como tratamiento y calidad técnica.
DATOS TÉCNICOS Director: Naoko Ogigami Guión: Naoko Ogigami Actores: Satomi Kobayashi/ Taeko Ryo Kase/ Yomogi Mikako Ichikawa/ Haruna Ken Mitsuishi / Yuji Masako Motai / Sakura Hiroko Yakushimaru / Taeko's friend |
Creo uno de los aspectos relevantes a profundizar es el genial sentido del humor que Naoko Ogigami posee. Esto es debido a que pese a la profundidad que se pudiera enraizar en la contemplación o la evocación a lo contemplativo, mucho del guión está pensado -más que para reír- para alegrarnos, que corresponde a un estado anímico que no necesariamente da cuenta de una acción o manifestación emocional, como pudiera ser la risa en la comedia. Bajo ese punto de vista es interesante la manifestación de los códigos de la comedia que se han volcado al servicio de un relato introspectivo y reflexivo, pero no por ello serio o grave -situación que se vive en un drama bajo sus propios códigos-, el que finalmente nos llena de buenas sensaciones, permitiéndonos disfrutar más que reír.
En definitiva y finalmente tras un enorme “recomendable” con aire de imprescindible, no me queda más que terminar la entrada e invitarlos a independizarse de las rutinas y permitirse ver un film que seguro les provocará buenas sensaciones.
En definitiva y finalmente tras un enorme “recomendable” con aire de imprescindible, no me queda más que terminar la entrada e invitarlos a independizarse de las rutinas y permitirse ver un film que seguro les provocará buenas sensaciones.
jueves, abril 30, 2009 |
Category:
BAFF 2009,
Comedia,
Drama,
Japón,
Megane,
Naoko Ogigami
|
4
comentarios
Comments (4)
Me enanta venir por acá, se aprende mucho de cine asiatico. Me llevo a esta directora, que no conocía, para ver sus pelis, ya te daré mi opinion.
Parece que esta peli en particular, es como una especie de terapia pero placentera. Buscar en nuestro interior, a partir de como vemos el exterios. Buena propuesta.
Sobre el cine experimental, es tan complejo, justamente hablaba de eso en mi blog en un comentario. Otros lo llaman cine arte, otros cine de arte y ensayo. Y lo cierto es que la concepción y lo que esto abarca fue cambiando y ampliandose con el tiempo. Y es demasiado amplio como para catalogar películas, justamente, porque no siguen un determinado formato como otros generos, entonces no se puede ni elegir siempre ni escaparle siempre, sencillamente, hay que verlo y decidir si nos gustó o no.
Volviendo a esta peli, me gustaron mucho las fotografias, la de la playa es excelente!!!!!!!!! Supongo que justamente al tratar un tema que tiene que ver con lo visual, la fotografia juega un papel doblemente importante.
Gracias por esta reseña, me voy anotando tus recomendaciones entre las pelis que quiero ver!!!!!!!!!
SALUDOS!!!!!!!!!
Si, es cierto que dentro de olo "experimental" suele meterse cualquier cosa. Y todo en honor al arte jejeje...
Me alegro que te guste el lugar, se hace lo que se puede para hacerlo ameno, novedoso y útil al mismo tiempo.
Ya que estamos con directoras japonesas tambien te conviene investigar algo sobre Naomi Kawase, quien tiene una filmografía bastante destacable. Casi cualquiera de sus películas no tiene desperdicio. Dentro de las ultimas está como "Mogari no Mori", y su último trabajo "Nanako" que aún está de paseo por festivales,
sin embargo sus película anteriores son bastante interesantes.
Saludos!!
Gracias por los datos, pasaba justamente, para anotar tus recomendaciones!!!!!!!! ;-)
Saludos!!!!!!!
Recomendar el visionado de "Shara" de Kawase.
Enhorabuena por la página.